El reto de aprender (y enseñar) ciencias exactas
Entrevistamos a Gonzalo Salinas, docente universitario, profesor de colegio y tutor de matemáticas de
varios olimpistas premiados. Como cuentan sus ex-estudiantes, Gonzalo fue un importante guía e
inspiración para ellos, e incluso jugó un papel importante para que muchos de sus estudiantes
decidieran estudiar carreras relacionadas con ciencias y tecnología.
Aprender ciencias exactas requiere mucha dedicación y tiempo. Gonzalo nos contó que, para que un
estudiante pueda aprender correctamente matemáticas, necesita haberse apropiado de las teorías e
intentar resolver ejercicios cada vez más retadores que lo obliguen reflexionar, superarse y
desarrollar las habilidades que necesita. Además, nos cuenta que una particularidad de las
matemáticas es que los temas se construyen de forma ordenada sobre la base de otros temas. Así, por
ejemplo, si un estudiante tiene lagunas en aritmética o álgebra; tendrá problemas para aprender
logaritmos, sucesiones o cálculo.
Nos cuenta que, para cultivar el pensamiento matemático, un profesor debe tener más apertura hacia
sus estudiantes, fomentar las dudas, curiosidad y gusto por la materia. Pero, lamentablemente, la
formación de muchos maestros normalistas no incluye nuevos enfoques pedagógicos para la enseñanza de
ciencias y matemáticas y, ante la dificultad que implica enseñar a pensar, muchos profesores de
colegios fiscales se limitan a pedir a sus estudiantes que apliquen fórmulas de memoria.
Pero lamentablemente, según acuerdan varios pedagogos expertos, en Bolivia
la enseñanza de ciencias y tecnología sigue trancada en "clases de dictado", en la que el
estudiante no participa, ni es motivado a aprender. La formación de muchos maestros
normalistas no incluye nuevos enfoques pedagógicos para la enseñanza del pensamiento científico y
matemático. Y a ello se suma que Bolivia es uno de los pocos países a nivel latinoamericano que no
realiza ni participa de las evaluaciones a los maestros de colegio.
También entrevistamos a Inara Aranibar, ganadora de la medalla de bronce en las Olimpiadas de
matemáticas el 2015, estudiante de último año de licenciatura en matemáticas de la Universidad Mayor
de San Simón y ex-estudiante de Gonzalo en el colegio Alemán Santa María. Su experiencia en las
Olimpiadas científicas fue una de las principales razones por las que decidió estudiar matemática
pura.
Nos contó que muchos olimpistas envidiaban la preparación de los estudiantes del San Agustín, porque,
al recibir una formación especializada, podían resolver las pruebas de la competencia con mayor
facilidad.
Además, nos cuenta que la clave para destacarse en las Olimpiadas Científicas es haber desarrollado
mucha creatividad, dominar la teoría y haber practicado lo suficiente para poder superar las
exigentes pruebas de conocimientos. Pero como nos comenta, no todos los colegios forman a sus
estudiantes de la misma manera y, aunque ciertamente hay jóvenes del área rural y colegios fiscales
con grandes capacidades para resolver ejercicios matemáticos complejos; debido a la formación
deficiente que reciben, no tienen las mismas oportunidades de ganar que los estudiantes de colegios
privados.
El problema es que la preparación de un estudiante de un colegio privado no es igual que la de
estudiante de una escuela pública. Los colegios privados tienen acceso a más recursos, mejores
profesores, enfoques pedagógicos novedosos y mejores condiciones para pasar clases; mientras que los
colegios fiscales, no. Los estudiantes no compiten en las mismas condiciones y la deficiente
educación que ofrece el sistema público a las personas con menos recursos no es capaz de darles las
oportunidades necesarias para superar las pruebas de las Olimpiadas Plurinacionales.
Año tras año, desde la creación de las Olimpiadas, el Ministerio de Educación indica que uno de sus
logros más importantes es la gran cantidad niños, niñas y jóvenes del área rural y colegios fiscales
que participaron en la competencia. Pero si analizamos los medalleros nacionales, vemos reflejadas
las desigualdades educativas y sociales que todavía prevalecen en Bolivia.