El Internet y las redes sociales hoy parecen ser espacios de ruido, desinformación y hasta de discursos de odio. Pero ese escenario no es necesariamente un destino fatal e inevitable. El Internet nació como un experimento de comunicación interactiva, que luego brindó a los ciudadanos canales de expresión accesibles frente a los grandes medios de comunicación controlados por empresas y gobiernos. Todavía cumple ese rol en muchas situaciones, pero su destino dependerá de las prácticas sociales e instituciones que lo enmarquen.
Precisamente, reenmarcar el Internet dentro de las prácticas democráticas es una tarea de todos. Y una de esas prácticas tiene que ver con el fomento de la participación ciudadana en la gestión de lo público, tanto por fines prácticos como por un ejercicio de derechos ciudadanos. Aquí se necesitará información pública, deliberación informada y canales institucionales. Pero antes de todo ello, una visibilización y construcción de demandas comunes, cuestión que se hace más complicada en medio de un pluralismo reducido, como en las situaciones de hegemonía o polarización que hemos vivido en Bolivia en el último tiempo. Sin duda, se trata de un reto difícil, pero una manera de aportar a ese objetivo es mediante la creación de tecnologías cívicas, que promueven la participación ciudadana y ayuden a encontrar puntos de encuentro.
En el Laboratorio de Tecnologías Sociales, hemos lanzado la plataforma ParticipaBOt con el propósito de ayudar a generar agendas ciudadanas comunes a través de medios digitales. Después de 6 semanas de votación, entre diciembre de 2020 y enero de 2021, recibimos más de 3.000 participantes y 70.000 votos. Los participantes son principalmente jóvenes y adultos internautas de 18 a 40 años del eje troncal de Bolivia, que en su mayoría no pertenecen a alguna organización social, ni se identifican con las etiquetas políticas de izquierda vs. derecha. Las propuestas que más priorizan son las de salud, como reestructurar el sistema de salud público, otorgar el 10% del presupuesto para salud y fortalecer la prevención de enfermedades, y las de medio ambiente, como mejorar la gestión de riesgos frente a catástrofes naturales, abrogar el paquete de normas que permiten quemas incontroladas y proteger a los animales silvestres.
Sin embargo, también hay diferencias por grupos. Los temas de género, como la violencia contra la mujer, y medio ambiente, todavía son más preocupación de mujeres que de hombres, mientras que éstos muestran más preocupación por temas económicos y educativos. En cuanto a la edad, por encima de los 40 años hay más preocupación por temáticas institucionales, como la independencia de la justicia frente al poder político. A nivel departamental, en Cochabamba hay más preocupación por la gestión de riesgos, en Santa Cruz por la prevención de enfermedades y en La Paz por la reestructuración del sistema de salud. Ahora bien, dentro del 30% que sí se identifica políticamente como izquierda o derecha, aparecen las clásicas diferencias en torno al modelo económico y la justicia social, pero incluso entre ellos hay un consenso sobre la prioridad de temas de salud, medio ambiente y gestión de riesgos. Cuestiones que son esenciales para cualquier actividad social, económica y política de la ciudadanía. De hecho, son temas donde se juega la propia seguridad biológica, y que deberían trascender los temas de polarización política, ideológica y los cálculos de intereses partidistas. Estos resultados y otros pueden verse a más detalle más detalle y de forma interactiva en: participabot.app/resultados.
Estos datos de participación ciudadana visibilizan tendencias de consensos y disensos sobre lo que es prioritario en nuestro país en esta coyuntura, y nos dan pistas importantes sobre cómo podemos gestionar mejor los temas públicos que nos afectan a todos como sociedad. Pueden ayudar tanto a los actores de la sociedad civil que trabajan esos temas para seguir impulsando sus iniciativas, como también a los aspirantes a representantes políticos. En suma, ayudan a acercar el mundo de la política tradicional al mundo de la ciudadanía digital.
Este experimento de participación es sólo el inicio. Dado que la sociedad civil es siempre dinámica, las preferencias pueden variar en el tiempo y de coyuntura a coyuntura. La democracia es continua y también puede ser digital.