¿Por qué hacer un mapa de topónimos?A parte de ser una herramienta cartográfica, es un recurso para ayudar a las personas a entender el territorio que habitan desde diferentes dimensiones, ya sea lingüística, histórica, política o ambiental.
En primer lugar, representa una forma de preservar y visibilizar la riqueza y diversidad lingüística y cultural del territorio, ya que, como se puede evidenciar, muchos topónimos provienen de lenguas originarias que en muchas ocasiones resultan desplazadas por otras lenguas hegemónicas. Conocer de dónde vienen los nombres de los lugares que habitamos es reconocer nuestras raíces y conservar nuestra herencia intangible.
En segundo lugar, permite recuperar y mantener viva nuestra memoria histórica, ya que muchos nombres reflejan hechos que marcaron puntos importantes en la historia de cada territorio. Sin embargo, estos también pueden evidenciar cómo muchos espacios se vieron influenciados por tendencias políticas o religiosas, sobreponiendo nombres de representantes políticos o figuras religiosas a las denominaciones locales.
En tercer lugar, y ligado a lo anteriormente mencionado, es una forma de educar y descolonizar el espacio, pues saber de dónde viene o por qué se llama de cierta manera un lugar nos ayuda a cuestionar el origen de esos nombres y de lo que hay detrás de ellos para, también, buscar una mirada desde las voces locales.
Asimismo, haberlo hecho entre dos países, no tan lejanos, ni tan cercanos, demuestra la alta diversidad lingüística y étnica de la región, pues Bolivia y Colombia tienen decenas de pueblos y lenguas indígenas en diferentes condiciones de vitalidad, pero con la misma necesidad de buscar todas las formas posibles de ser nombradas y visibilizadas.
Este mapa es una invitación a conocer un poco de lo que fue esa cartografía mental colectiva, pues estudiar los topónimos aisladamente uno del otro no ayuda a identificar la amplia red de relaciones territoriales y culturales tejidas, contrario a cuando se estudian de manera interrelacionada.